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Saturday, August 24, 2013

Rosa Maria Payá se dirige a los Democratas Cristianos de las Americas

Discurso Rosa Maria Payá, delegada del MCL en Congreso de Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA)
Señor presidente de ODCA, señores candidatos presidenciales, hermanos cubanos, queridos amigos todos.
Gracias a ODCA por la invitación y por el apoyo valiente que ha significado a la causa de la verdad y los derechos para Cuba. Gracias por el reconocimiento reciente a toda la delegación #cubana, son muchos los que en mi país han entregado sus vidas a la causa de la libertad que como el Sr. Ocejo nos recordaba es la causa de la felicidad.
“Estos son momentos de peligros y esperanzas para Cuba. La falta de libertad y derechos mantiene sumergido al pueblo en grandes desventajas. El Gobierno complica la situación porque se niega a la apertura democrática y mientras los cubanos quieren cambios verdaderos y transparencia, se les impone el fraude” alertó mi padre mientras recordaba que:
“Ahí permanecen los mecanismos represivos y de vigilancia de los ciudadanos, la dependencia total y obediencia de los tribunales al grupo de poder y a sus ordenanzas, la crueldad en las cárceles, los sistemas de control, las concepciones y prácticas de exclusión y señalamiento o fichaje, el cerco que las leyes antiderecho y antidemocráticas mantienen sobre el ciudadano, el despotismo, la falta de instrumento democráticos para que los ciudadanos decidan y finalmente el propio grupo de poder aún se sitúa por encima de sus propias leyes y con todos los privilegios más que señoriales.
Por otra parte la pobreza crece y se profundizan las diferencias, bajo el simulacro de apertura económica. También el culto a la personalidad y la concreción de sucesión dinástica se afirman con la negación de los derechos civiles y políticos a los cubanos. Estos factores son componentes del régimen totalitario que ha causado y sigue causando un severo daño a las personas, un daño antropológico. Permanece la contradicción antagónica entre el régimen y la libertad y los derechos de los ciudadanos. ¿Qué cambió entonces? ¿O que está cambiando en Cuba?: la gente”
Esa gente no quiere pasar del comunismo salvaje al capitalismo salvaje, ni quiere cambios a lo ruso o a lo chino, la gente de Cuba queremos participar en la construcción de nuestro futuro y ser felices.
Hace dos meses, después de 54 años, ante el fracaso evidente, el gobierno ha acusado al pueblo de no tener “honestidad, […] decencia, […] vergüenza, […] decoro, […] honradez y […] sensibilidad” y ha amenazado con tomar medidas coercitivas. Mas no se han referido a las torturas ni a la repatriación forzosa de emigrantes cubanos en un campo de concentración en las Bahamas. Ni se han expresado sobre los brotes epidémicos de dengue y cólera, como antes de polineuritis, ni a estadísticas serias sobre la expansión del VIH en Cuba, ni de la tasa de suicidio y crímenes domésticos, ni de los casos de negligencia médica, ni del aborto como método anticonceptivo, ni de las muchas otras expresiones de la “cultura de la muerte” en la Isla. Como tampoco han anunciado aun el contrabando de barcos mercantiles con municiones y armas en plena operatividad, transgrediendo la seguridad nacional de un país hermano como Panamá, violando varias resoluciones de Naciones Unidas sobre la dictadura de Corea del Norte, y poniendo en riesgo vidas humanas inocentes.
El gobierno cubano no es legítimo, como no lo es el gobierno venezolano y no lo serán porque los presidentes del mundo les den la mano a los impostores en el poder, y mucho menos lo serán porque encabecen organizaciones regionales como la CELAC, como es el caso del dictador cubano, para vergüenza de América Latina. La legitimidad la entrega el pueblo en las urnas, en elecciones libres, en un ambiente de respeto y seguridad. Todos sabemos que eso no fue lo que ocurrió en abril en Venezuela y todos sabemos que eso no ocurre en Cuba desde hace más de 60 años.
Por eso creo que nuestro desafío como familia demócrata cristiana reside en mirar a los pueblos antes que al poder, al ser humano que vive y que sufre del poder cuando este no está al servicio de la sociedad. Sino que fragmenta y enferma a la sociedad para perpetuarse. Lo estamos viendo en algunos de los países de nuestra américa que a la vuelta de una década se encuentran divididos en torno a populismos, cuya mayor coincidencia es la obstinación con que se aferran al poder. También coinciden en su abrazo con los dictadores de Cuba.
Los valores humanistas de defensa de la vida, la verdad, la libertad económica sostenible y solidaria, la equidad, el medio ambiente y la fraternidad, nos reúnen hoy. Los presupuestos que defendemos no responden a un fundamentalismo ideológico, mas sí son una propuesta radical que necesita de partidarios firmes. Requiere de espíritus fuertes y libres que no se acomplejen ante el poder o ante la moda o ante la tendencia o ante las aparentes mayorías. Otras fuerzas y lenguajes poco coherentes con la democracia han demostrado no tener reparos en mostrarse aliados. Entiendo que nuestra opción implica tomar parte por los pobres de la Tierra, que en nuestra región, son muchos y son también esos que ni tan siquiera pueden decir que son pobres, porque un gobierno ha secuestrado todos sus derechos.
Yo también creo en el proyecto humanista cristiano como una alternativa real y efectiva a la llamada crisis de desorientación que parecen sufrir nuestras sociedades. El mundo se confunde con epítetos que otros nos han puesto, esos que llenan de matices negativos el término conservador, o nos contraponen a las llamadas fuerzas progresistas. No me parece que tengamos que definirnos a partir de códigos que otros intereses han impuesto, el mensaje encarnado de la opción humanista cristiana es lo nuevo y renovador en un mundo que ha desplazado al ser humano del centro de sus prioridades. En palabras de mi padre: “ni el estado ni el mercado, pueden estar por encima de los derechos, la voluntad y las libertades de las personas”.
Por favor no abandonen, no abandonemos a quienes en América y fuera de ella, desde posiciones de peligro luchan por los mismos conceptos que hoy nos reúnen. No sin sufrimientos, soy testigo de lo que un tirano puede hacer cuando siente que han abandonado a quien se le opone, cuando siente que su oponente está solo. Mi padre, como Caldera, como Adenauer, pensaba que: “Los derechos no tienen color político, ni de raza, ni de cultura. Tampoco las dictaduras tienen color político. No son de derecha ni de izquierda, son sólo dictaduras” y también recordó que: “los cubanos no hemos escogido el camino pacífico como una táctica, sino porque es inseparable de la meta de nuestro pueblo. La experiencia nos dice que la violencia genera más violencia y, cuando los cambios políticos se realizan por esa vía, se llega a nuevas formas de opresión e injusticia”. Como dolorosamente ilustran los cientos de muertos de esta semana en Siria y Egipto.
La mayor parte de la oposición pacífica cubana coincide en defender la hoja de ruta del Camino del Pueblo, esperamos su solidaridad con las demandas de esta propuesta. En ese marco miles de ciudadanos cubanos solicitamos su apoyo en nuestro reclamo de plebiscito de la iniciativa legal del Proyecto Varela. No buscamos otro caudillo que sustituya a un dictador, tenemos una solución propositiva e inclusiva que espera su solidaridad. Necesitamos de su ayuda para detener la represión violenta de la seguridad del estado del gobierno cubano contra los miembros del movimiento democrático cubano, para poder seguir luchando por los cambios reales. El reconocimiento de toda la verdad es esencial para el proceso de reconciliación de la transición a la democracia que buscamos. Necesitamos de su ratificación de la exigencia de una investigación independiente que aclare las circunstancias del atentado contra mi padre y Harold Cepero, para ayudar a eliminar la sensación de impunidad que el gobierno cubano posee y con la que continúa reprimiendo cada vez con mayor violencia.
La transformación esencial es la que se está produciendo en las mentes y los corazones de los cubanos. Es hora de comenzar el proceso de reconciliación que todos anhelamos, porque lo que queremos es vivir en armonía y en libertad. Hace mucho tiempo que el pueblo dejó de confiar en el régimen y a pesar de la represión y la apatía cada vez menos cubanos se dejan dominar por el miedo.
El 5 de Diciembre de 2011 mi padre les recordaba en un mensaje a esta organización que: “ya han habido muchas conjeturas, postulados y ejercicios intelectuales. Ya se hicieron muchos. Ahora para ustedes debe ser el tiempo de la solidaridad con Cuba, con nuestras demandas:
¡Queremos todos los derechos. Esos son los cambios que queremos!
¡Ahora los cubanos vamos a exigir el cambio verdadero, ahora vamos a luchar por las elecciones libres”, a través del plebiscito!
Creo que los fenómenos autoritarios que se han generado en nuestra región demuestran que lo que ustedes hagan por la libertad del pueblo cubano será una apuesta por el bien de la América toda.

Dios nos ayude a todos

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